Un texte que un dia vaig llegir. Té la seva gràcia, com tot té coses en les que estic d'acord i coses en les que no.
Si més no em fa gràcia. Parla dels homes i també de les dones. Ni tots som iguals, ni totes ho som.
Aquí us deixo un texte de la Lucía Etxebarria.
Compromisofobia
Por cada soltera que afirma que no quiere casarse de ninguna manera y que está feliz como está conozco a cinco hombres lamentándose de su soledad .Al fin y al cabo , la mayoría de las mujeres de mi generación hemos crecido criadas por una madre que no trabajaba fuera de casa, y en muchos casos esta situación no se debía a una elección voluntaria de nuestra progenitora, sino a la imposición de un padre que no la dejó estudiar o un marido que consideraba un deshonor que su (subrayo el posesivo) señora trabajara. Muchas hemos escuchado a nuestra madre lamentarse del error que cometió y asegurar que el matrimonio y la maternidad la habían anulado, que no la habían permitido conservar el menor espacio- literal o figurado- para sí misma. Para colmo, nuestras madres no podían concebir siquiera una relación igualitaria con un hombre nadie les había siquiera insinuado tal posibilidad - con lo cual tendían, consciente o inconscientemente, a culpar a nuestro padre o al suyo de todos sus problemas, y a presentarnos un retrato del hombre como ser insensible incapaz de considerar a la mujer como poca cosa más que una esclava. Así las cosas, ¿a alguien le sorprende ahora que entre la élite de mujeres trabajadoras y autosuficientes tantas conciban al matrimonio como una cárcel , un prisión o una tortura y ascienda espectacularmente en este micromundo la proporción de solteras, divorciadas o madres solas?.
Hablo de micromundo porque lo cierto es que la tasa de empleo femenino en el primer mundo es muy baja, no llega al 33%. Y de ese 33% la mayoría de las mujeres ocupan el subempleo, trabajos alienantes y mal remunerados, concebidos ( por el patrón) y aceptados ( por la trabajadora-esclava) solo para obtener un sueldo complementario al que el hombre aporta a la unidad familiar. Pero algunas mujeres se automantienen, las habitantes de ese micromundo al que supuestamente pertenecen Ally Mac Beal o Bridget Jones.
Ally Mac Beal es una abogada a la que nunca hemos visto preparar un juicio, buscar jurispurudencia, consultar archivos, a la que nunca le fijan una vista seis meses después de presentar la demanda, ni tiene que embarcarse en interminables juicios de tres o cuatro años remontando los meandros laberínticos del sistema jurídico. O sea Ally Mac beal es una abogada que no existe. En primer lugar no existe porque un personaje como ella no tiene cabida en el mundo real. Y a poco que siga adelgazando, tampoco lo tendrá en el mundo catódico, porque cualquier día de estos desaparecerá, se desvanecerá en el éter, y solo nos quedara su vocecita de pito, Ally reducida a una voz en off. En general una abogada de menos de 30 años o bien está trabajando como una negra doce horas diarias , casi siempre a cambio de un sueldo ínfimo, o bien está en el paro. Desde luego lo que no se pasa es el día en el despacho flirteando con el jefe, cotilleando con un water parlante o suspirando por un ansiado novio que nunca llega.. Por lo demás, cualquier mujer de treinta años no tiene el cuerpo de Ally Mac Beal a no ser que sea anoréxica.
En cuanto a Bridget... Diosa de mi vida... para qué hablar... Yo he trabajado en el mundo editorial, precisamente desempeñando el mismo puesto que supuestamente desepaña la boba esa y puedo asegurar que a) se trabaja mucho más, b) siempre vas mal de tiempo y de verdad no tienes la cabeza como para ocuparla en tonterías tales como preocuparte por el tal novio que no llega ( más bien debes preocuparte por esquivar a sobones varios, de los que abundan en el medio) y c) los jefes suelen ser unos señores con barba, barriga, canas, gafas, y neurosis suficientes como para protagonizar cada uno un tratado de psicología; nada que ver con el pijo ése megaforrado y supersexy que es el jefe de la tal Bridget.
Resumiendo, quede claro que ni mis amigas ni yo estamos obsesionadas con pillar novio ( aunque conozco a varias obsesionadas con como lograr que el que tienen encuentre por fin apartamento propio y se vaya de casa), ni con nuestros kilos, y conste que todas tenemos celulitis y cartucheras ( como cualquier mujer mayor de 25, por otra parte), pero no nos pasamos el día contando calorías para eliminarlos, más que nada porque no tenemos tiempo como para perderlo en memeces tales. Ninguna leemos libros de autoayuda, tenemos una vida sexual más o menos apañada ( vale, no es la de Nacho Vidak, precisamente, pero probablemente tampoco tenemos la super libido de Nacho), bebemos lo justo, nos drogamos también lo justo, no somos particularmente codependientes ni neuróticas y estamos HARTAS de nuestros jefes y ni jartas de vino se nos ocurriría enviarles mails subiditos de tono sobre la largura de nuestras faldas. Y conste que tengo muchísimas amigas ( hasta el punto de que mi madre dice que debería reciclarme y hacerme vendedora de Tupperware, que me forraba), y que trabajo en un campo en el que me toca conocer a montones de mujeres, así que me parece que dispongo de un trabajo de campo amplio como para poder establecer una estadística más o menos fiable. Me pregunto yo entonces a qué vine esa insistencia sistemática en presentarnos como retratos de mujeres contemporáneas a muchachitas histéricas, inmaduras y vagas ¿Se trata de un retrato de la realidad o mas bien de la proyección de las fantasías de quienes aún desean a mujeres así? Y me diran que El diario de bridget jones lo escribio una mujer y lo compran otras. Puede. Pero por cada mujer de entre veinte a treinta años que compro el susodicho libro existen 25 que no lo hemos comprado .
Lucía Etxebarria