Contra de La Vanguardia
ZYGMUNT BAUMAN, SOCIÓLOGO DE LA MODERNIDAD LÍQUIDA
"Hoy el matrimonio
es un contrato basura"
Tengo 80 años que han sido nómadas, líquidos, difusos: lo único sólido en mi vida es mi mujer desde hace 60 años. Nací en Poznam, hui de Hitler, estudié en Moscú y enseñé Sociología en la Universidad de Tel Aviv y en la de Leeds. Necesitamos referencias sólidas, pero a nuestro alrededor todo ha devenido líquido. Colaboro con el CCCB
REENCARNARSE
Las sociedades agrarias integraban todo y a todos en el ciclo de la vida. Por eso creían en la reencarnación, porque veían, año tras año, que tras la muerte invernal cada primavera brotaba trigo nuevo. Pero la modernidad sustituyó el paso de las estaciones por los altibajos de los mercados y convirtió toda la Tierra en una fábrica, en basura todo tomate que no alcanzaba un precio rentable y en parados a los jornaleros más lentos que la recolectora. Y, añade Bauman en ´Vidas desperdiciadas´ (Paidós): "¿Quién sigue creyendo, al ritmo frenético y especulativo de los mercados, ya no en la vida eterna, siquiera en una modesta reencarnación?". Por eso, concluye, la modernidad no sabe cómo enfrentarse a la muerte o la miseria, sólo está resuelta a no querer verlas
LLUÍS AMIGUET - 13/12/2005En la sociedad agraria, antes de que fuéramos modernos, no
sobraba nada: la basura era abono. Tampoco sobraba nadie: todos tenían algo que
ofrecer y bastaba con empuñar la azada o saber recoger fruta para que todos
tuvieran un plato en la mesa.
- Todos tenían algo que hacer.
- Pero llegó la modernidad y la minería y la industria, que ya no reciclan ni
integran, sino que generan basura material y basura humana. Si no les sirves
para producir, eres un parado y, junto con los enfermos y ancianos, devienes
estorbo. Hoy todos estamos o produciendo basura o en trance de convertirnos,
tarde o temprano, en basura humana.
- Y fabricamos coches que seis meses después de salidos de fábrica son
viejos.
- Porque la lógica de la modernidad es generar desperdicios, una lógica que
culmina en la histeria de la moda y que te obliga a tirar ropa o muebles en
perfecto estado.
- Porque ya no son modernos.
- Porque la modernización siempre es compulsiva, no es racional, aunque la
disfracen de razonable cuando nos la venden o nos la imponen. Los que mandan
siempre están creando un nuevo orden moderno que sustituirá al anterior
siempre anticuado.
- ¿Quién gana al imponer ese afán?
- La modernización compulsiva afianza el dominio de una minoría que decide la
modernidad. Al imponer el cambio del sistema, esta minoría deja fuera a los que
no encajan por demasiado viejos o demasiado jóvenes, o demasiado tontos
o demasiado listos...
- ¿Puedes sobrar por ser demasiado listo?
- La cultura hoy no consiste en la capacidad de aprender sino en la habilidad
para olvidar. Si no olvidas rápidamente lo que sabes para aprender lo nuevo, te
conviertes en redundante y estarás en la lista de despedidos del próximo
expediente de crisis. Así que es mejor olvidar lo que sabes.
- ¿Lo aprendido puede llegar a estorbar?
- ¿Acaso no es un estorbo para una empresa el trabajador que se empeña en hacer
algo con perfección artesana? ¿No sería un engorro para una fábrica de coches
que un equipo fabricara uno que durara toda la vida? ¡Si lo que quieren es
vender! La calidad molesta.
- Se impone la fungibilidad planificada.
- Esa mentalidad de la sociedad líquida en la que vivimos también se ha
contagiado a la pareja: antes tu pareja era lo más sólido en tu existencia. Hoy
el afán modernizador convierte a tu pareja en algo que también queda desfasado
cada temporada. El matrimonio de por vida está anticuado y se impone un
matrimonio con contrato basura.
- Media nación se divorcia de la otra media.
- Y así convierte todavía en más precario el equilibrio vital: a nuestro
alrededor esa modernización espasmódica transforma todo en pasajero, en
líquido. El medio ambiente forma parte de lo antiguo y destinado a desaparecer,
a ser basura, y en la basura los humanos vivimos sujetos a relaciones sin
garantías... Empezando por las laborales.
- Sin compromiso.
- Si me haces ganar dinero o placer, te mantengo, si no, te echo y punto. La
noción de compromiso, que era el eje de la confianza mutua, se ha convertido en
paleolítica, porque dificulta esa modernización compulsiva. Y esa falta de
compromiso genera también en la pareja y en la familia personas redundantes:
gente que sobra por doquier. Todos sobramos o algún día sobraremos.
- ¿Qué hacer con tanta gente sobrante?
- Cuando comenzó la modernidad, los problemas locales en la metrópolis causados
por esos seres redundantes - el parado, el inválido, el alcohólico, el
delincuente, la puta vieja, la mujer abandonada y sola, el loco, el desviado
político...- eran resueltos de modo global: la basura humana se enviaba a
colonias.
- Así nacieron América y Australia.
- El hispano muerto de hambre hacía las Américas o el presidiario galés era
desterrado a Australia. ¿Pero dónde facturar hoy a todos esos sobrantes
humanos?
- ¿?
- Hoy la metrópoli se ve obligada a asumir sus sobrantes humanos y a crear el
Estado de bienestar para aminorar el problema y los peores barrios para
acumular allí a los sobrantes de la modernidad, lejos de su vista.
- Siempre ha habido barriadas populares.
- Pero antes, cuando había empleos fijos, sólo eran una estación de paso hacia
un mejor destino; hoy los hiperguetos urbanos franceses son ya guetos
definitivos con parados crónicos que sólo se sienten normales dentro del
barrio y que no dejan que entre nadie a su hipergueto porque no quieren que les
hagan sentirse parados o marginados.
- Mala evolución.
- El Estado se concentra al final en la seguridad y transforma el hipergueto en
una variante de presidio con toques de queda, segregación y registros aleatorios:
métodos de toda la vida en cualquier cárcel y hoy también habituales en los
hiperguetos franceses.
- Y las colonias nos devuelven la visita.
- Eso es la inmigración ilegal, como el terrorismo, como el narcotráfico...
¿Qué pueden hacer nuestras policías nacionales al respecto? Son problemas
globales que no podemos resolver localmente con estados nación.
- ¿Y los organismos internacionales?
- Son una broma. La única ley es la del mercado, y el único poder, el del más
fuerte. ¿Usted cree que las multinacionales están interesadas en un poder
global que controle los paraísos fiscales de los que ellas viven?
- No las veo hacer campaña, desde luego.
- Y pedimos a los africanos que tengan menos hijos porque instintivamente
queremos ocupar ese espacio de ellos, los que sobran, con nuestros propios
desechos humanos.